domingo, 6 de febrero de 2011

FANTASMAS:

Si la gente fuera buena no nos aterrorizarían los fantasmas, pero muy en el fondo sabemos que somos egoístas, y nos asusta la decadencia que podrían tener nuestros actos, y la insensibilidad de la persona que ya ha muerto...

C.C.R.M

martes, 7 de diciembre de 2010

"El águila y el Simio"

El Águila y el simio

-Existió alguna vez algo así? – Preguntó  el Simio al Águila. - ¿Algo así cómo? ¿A qué te refieres? – respondió.
- Algo así como tú y yo. Una amistad como la nuestra, que sin importar la diferencia hemos existido, tú cerca de mí, y yo pendiente de ti; es algo nuevo y siento que… es algo mágico o único; el aire y las piedras unidos, así somos tú y yo. -
-Je, je, je, no entiendo bien lo que dices, suena un poco extraño, pero gracioso a la vez. No sé por qué lo dices, no sé por qué desde que te conocí has cambiado tu forma y tus palabras… palabras que nunca imaginé y no pensé oír – contestó el Águila al Simio.


- Ja, ja, ja. Creo que ya sé qué es. Tú y yo hemos observado al gusano; creo que lo admiro, la mitad de su vida solo sobrevive arrastrándose con dificultad, para que después deje de ser un gusano y se convierta en una mariposa. Creo que tú y yo somos así, somos como uno solo, pero creo que gracias a ti desde el comienzo hemos podido ver el cielo y volar, y ahora es por mí que está la transformación, la evolución. –

-Siempre hemos sido los mejores amigos – sonrió el Águila – y siempre he sabido lo que piensas, cuando tienes dudas, o tus necesidades, cuando tienes hambre, o sed, o incluso cuando necesitas “evolucionar”. Pero… esta vez, a diferencia de las demás veces lo has logrado amigo, has evolucionado y creo que… ya no sé lo que tú piensas, creo que ya no te entiendo. – Dijo el Águila con actitud un poco decaída.

-¡No! No te preocupes amiga – dijo el Simio con una sonrisa en su cara – yo siempre seré tu amigo, y ahora soy yo quien se da cuenta de lo que necesitas; solo pídemelo y te diré lo que estoy pensando.-
El Águila respondió: - Ji, ji, ji. Gracias amigo – mostró su cara de alegría entonces – pero por ahora no. Creo que tienes un poco de hambre. -
-Je, je. Vaya que sí sabes lo que necesito. – Dijo el Simio.

-Je, je, je. Oye amigo ya conoces bien dónde está tu comida; yo por mi parte iré a buscar algunos animales que hayan dejado de moverse con vida. Tengo que comer.-
El Simio observó cómo se alejaba su amiga por los aires buscando con sus agudos ojos la comida suya que eran animales muertos, y al tiempo pensaba; se decía a sí mismo:
-Puede que su comida no sea, o se vea tan apetitosa como los frutos y semillas que yo como, pero por eso misma razón, sino la come ella, ¿quién más lo hará? Ella ayuda a mantener el lugar libre de esas cosas – Sonrió – Pero… ¿qué será comer otro animal? Creo que me gustaría probarlo… quiero probarlo. –

Nunca se había visto en los ojos del Simio una mirada así, nunca el Simio había tenido ojos así, la evolución estaba formando una nueva especie. El hombre…

-¿Qué pasa conmigo? ¿Qué es esta sensación de querer que las cosas cambien de su estado normal a una forma en la que yo esté mejor, más cómodo? Pero… después de todo no debe ser tan malo – pensó el Simio – mi comida no es tan buena, necesito encontrar algo nuevo que me guste, quiero comer lo que el Águila. –

Entonces el Simio comenzó a buscar comida, animales muertos. Después de un muy largo tiempo de búsqueda no encontró nada, era de esperarlo, el Águila le llevaba mucha ventaja. Pero pasó algo, de repente una rama se puso en su camino, e intentó deshacerse de ella, entonces la levantó del suelo y agarrándola con mucha fuerza, porque era una rama muy pesada, la votó lejos,  con tan mala suerte que cayó sobre una liebre que de inmediato dejó de moverse, y su corazón de palpitar. Estaba muerta, y  el Simio se sintió muy mal, culpable. Pero por otro lado no había sido su culpa y ante sus ojos estaba un animal muerto que no había sido aprovechado por el Águila. El ahora más Hombre que Simio, no alargó más su expectativa, y comió lo que el Águila; comió la liebre. Le gustó en exceso, y sintió una nueva energía dentro de él.

-¡Vaya!  ¡Sí!  Esto come el Águila, y me gusta, pero… esto lo pude comer de mis manos sin tener que esperar a encontrarlo muerto, yo hice que lo fuera, y no tuve que desgastarme buscando.-
  
Así fue que el hombre llegó a pensar que para él estar mejor, algunas cosas tendrían que desaparecer, y él estaba dispuesto a hacer que desaparecieran. Por un instante se olvidó de todo, de su antigua comida, de su hogar, del Águila…
Para él, los sonidos de las otras especies ya no eran entendibles; solo se preocupó por sentirse bien. La evolución era inocultable, su cuerpo era diferente, su actitud, su vida… se olvidó por completo del Águila, para él ahora solo existía la necesidad de hacer que las cosas evolucionaran a su nivel y por otro lado también era importante conseguir “comida”.

En un momento pensó que todo debería ser y evolucionar como él, debería ser como uno solo… - somos como uno… - Recordó el Hombre – Esas palabras… las he dicho, las he escuchado, pero… ¿en dónde? –

El tiempo pasó, el Águila se entristeció en su soledad y recordaba palabras:
-¡como las piedras y el aire…! ; ¡Una mariposa!; ¡somos uno…! – Son palabras que el Águila recordaba de su amigo, que ya no existía, su amigo Simio.

De igual forma el tiempo pasó para el Hombre, que por casualidades descubrió que había otros animales que comían lo que él. Encontró un reto, poder comer un animal que también comía lo que él comía, la sola sensación que vivía al comer a un animal, le hacía sentirse fuerte, algo poderoso, algo… dominante, y poder comer un animal que come animales, sería algo único, de pronto podría pasar que se volviera aún más fuerte, y evolucionara un poco más.

Es así como el Águila de tanto extrañar a su amigo decidió vagar por el mundo. Después de todo podría ser que lo encontrara por casualidad.

El Hombre veía creaturas del aire, creaturas que eran parte de su reto, estaba dispuesto a irrespetar el viento y su espacio con tal de comer una de esas creaturas. Pero… había algo que lo atraía aún, un poco, más, es el hecho de que al mirarlas perderse entre los vientos, él sentía algo que le hacía falta, o que de pronto lo llenaba. 

Una buena vez, o de pronto no tan buena, el Águila desde el aire vio el espejismo de su amigo que le miraba. Su descenso se hizo notar por encima de los demás. Cayó en picada hacia su amigo a una velocidad que las demás águilas temían.

El Hombre que solo miraba hacia el cielo, lo notó, vio que la creatura venía en picada hacia él y no pensó desperdiciar la oportunidad, esta, por fin, sería la ocasión de comer a una especie que come lo mismo que él.

Fue así como el Hombre y el Águila, encontrándose de frente una vez más, dejaron su existencia.

El Hombre agarró el Águila y tapándole los ojos, nunca supo por qué tapo sus ojos, la colocó en el suelo y con una gran rama intentó hacer lo que con la liebre que comió por primera vez.

Fue difícil, pero al final el Hombre consiguió lo que quería. No fue difícil por el estilo de caza, sino porque algo lo impulsaba a no hacerlo, a  no comerse a “su Águila”; mas sin embargo el Águila no se opuso, se sentía de nuevo en casa junto a su mejor amigo y compañía.

El Hombre vio la sangre en sus manos, y por primera vez en toda su vida sintió que su pecho se vaciaba, al contrario de cómo se sentía cuando miraba a las creaturas perdiéndose en los vientos. Cuando miraba al Águila tendida en el suelo y sus manos empapadas de sangre algo le remordía.

Hubo probado la sangre del Águila, y de inmediato cayó al piso; el veneno más poderoso que pudo haber existido para él.

Se vio tendido en el suelo junto al Águila; observando sus ojos recordó que ella no comía lo que él, sino que era él quien comía lo que ella, se sintió de nuevo en casa, y por primera vez, después de mucho tiempo, se sintió realmente bien, mejor…

-Amiga mía – Dijo el Hombre.

-Amigo mío – Contestó el Águila – Lo siento amigo, te has comido mi tristeza… eso… es lo que te ha matado – Dijo el Águila con lágrimas en sus ojos.

El Hombre dijo: - Amiga mía, eso ya no importa, porque he muerto mereciéndolo, maté muchos animales para mí, y nunca lo merecieron, sin embargo…, estoy muriéndome mejor… estoy muriendo a tu lado…
Siempre estuvo frente a mí… Esta es mi naturaleza, esta es la NATURALEZA  y no la supe respetar ni cuidar, nunca supe respetar que solo a tu lado yo estaba bien…
Amiga mía!!! –

-Dime amigo? – contestó el Águila en sus últimos respiros, y el Hombre ya sin ver nada más que la oscuridad de sus párpados, dijo:

-Existió alguna vez algo así? Algo así como tú y yo. Una amistad como la nuestra, algo tan… mágico…

-Por fin  entiendo esas palabras- Dijo el Águila – A fin de cuentas… Siempre te entiendo amigo mío… -

-¡Nunca más! – dijo el Hombre – Ya no estaremos lejos nunca más tú y yo; somos aire y pierda juntos, es la NATURALEZA amiga mía… Ya lo entendí, y es que sin ti no puedo vivir NATURALEZA, somos como una mariposa… ¡Somos… uno…!


C.C.R.M.

"El animal mata por instinto, el hombre mata por hijo de put..."
C.C.R.M.

Discurso "Despedida - Ceremonia de graduación"

Llamado de atención
¡Qué ironía!
Qué ironía que después de destruir tanto todo esto, al final aquí se quede una parte importante de nosotros; después de tantos años estropeando esto, y con esto estropeándolos a ellos, a ellas, a todos, sea aquí donde se nos quede una parte, es decir, que lo que se queda, entonces, son escombros de nosotros, lo mejor de nosotros destruido porque lo destruimos todos, y lo destruyen ellos y ellas, y nunca dijimos nada. Qué ironía que “ese”, y “esa” y “esos”, ahora sí sean nuestros “queridos profesores”. Pero no todo es una ironía, estamos aquí porque pese a todo hemos aprendido, que lo que hay que celebrar no es el título que obtenemos, sino el hecho de que hemos vivido esto, y aunque no todos estén al tanto, más adelante se darán, y no daremos cuenta de lo importante que es esto; estamos aquí recopilando, acopiando nuestros éxitos personales, los que tuvimos, muchos o pocos, mientras íbamos destruyendo esto; estamos aquí, todos, celebrando el milagro y la dicha, de que a pesar de tanta destrucción, esto aún sigue en pie, y con ganas y ánimo de despedirnos y de darnos una palmada en el hombro y dedicarnos sus mejores deseos, ¡este es el amor perfecto!, por eso este es nuestro segundo hogar. Y sería bueno que lo cuidáramos, por amor a “ellos”, a “ellas” y a “todos”, y en especial, por amor a esto.

Por otro lado, quisiera que me disculpen porque no voy a dar las gracias. Porque… es otra ironía, que en este preciso momento de alegría y satisfacción, la palabra “gracias” pierda su significado, y en vez de agradecer, me despida, y ya no sea un “gracias”, sino un “adiós”. No sé si les haya ocurrido que al decir gracias a un amigo, se siente muy extraño a comparación de cuando se lo decimos a cualquier otra persona. Pues… este es un amigo muy especial para mí, y no pienso decir gracias, porque no quiero que a él se le pase por la mente, ni siquiera un segundo, que me estoy despidiendo de él, no me gustaría que pensara que digo gracias, con un adiós escondido, y que al final de este momento solo pasará a la historia, y se olvidara todo y se dejará atrás esa parte mía tan importante que se queda aquí. Por eso no diré “gracias”, más bien, levantaré la cara y le regalaré una mirada, y en vez de pronunciar palabra, le otorgaré una sonrisa, y aunque parezca poco, yo sé que para mi amigo lo será todo. Prefiero en el futuro poder decir: “esto es lo que soy amigo gracias a ti”, y decirle “gracias” a manos llenas y que en ese momento sea un agradecimiento y no una despedida. Pero eso sí, y estas las tenemos que dar multiplicadas mil veces, “Gracias” mi madre y a mi abuela, “gracias”; en nombre de todos y para todos ustedes, padres, madres, tíos, amigos, abuelos, primos, para todos, “gracias”, si bien no es un gracias por estar ahí siempre, sí es un gracias por estar aquí ahora. Gracias papás, mamás, y por ahora sí podemos decir, “esto es lo que somos, gracias a ustedes”.

C.C.R.M.
2010.

Discurso "Despedida - Entrega de banderas"

A Once:
Amigos, aquí estamos.
¡Estamos los que somos y somos los que estamos!
Es difícil escribir palabras a un amigo, aunque quizá no sea más difícil que escribir “adiós” a mis amigos, en todo caso las palabras también son amigas, y no solo dicen “adiós”, sino que también dicen “hola” y “hasta pronto”. Es por eso que reuní palabras amables para mis amigos, amigas amables para mis amigos.

De pronto siento que un “GRACIAS AMIGOS” es más que suficiente, o de pronto siento que no hay palabra que sea suficiente, sin embargo, aunque reunamos todas las palabras, las amables, las del terror, las del Quijote o las de la Odisea, las palabras maternas o paternas, o las graves, esdrújulas, agudas o sobreesdrújulas, a fin de cuentas, nunca son suficientes, es decir que mil amigos no reemplazan a un amigo, pero igualmente, cada uno de esos mil, no es reemplazado por un solo amigo.

Entonces, resumiendo el caso, parece ser que no sabemos nada de los amigos, porque son indefinibles y las palabras no alcanzan, ¡Y qué gran hazaña! es intentar definirlos, no podríamos lograrlo.

Pero por ahora solo me basta un par de conocimientos, el primero: que los amigos son irreemplazables, y el segundo: - ¡Ho qué suerte que sean ustedes… mis amigos! -.

A Décimo:

¿Qué queda compañeros? ¿Se lo han preguntado? Lo que quedan son desvelos y lo que falta es temple. Les queda la utopía, disfrazada de problema y de infierno, pero cuando estén aquí verán que sí era la utopía. Lo que falta es coraje, para afrontar la herencia, esta que les dejamos, que se las entregamos con las puertas abiertas.

Lo que queda es cambiar el rumbo, ponerse los pantalones y bajarse las faldas, que nos distingan por buenos, y no por exhibiciones.

Compañeros lo que les queda es pensar, y asumir el rol de padres de todos los demás, ser los mayores, más mayores de mente que mayores por edad, lo que les queda es llegar hasta aquí, pensar el tiempo y llegar a tiempo, la fe de todos era nuestra, mas ahora toda nuestra fe y la fe de todos es de ustedes, no hay más que decir, simplemente les heredamos esto que nunca fue nuestro, pero lo sentimos propio, y les deseamos con toda la esperanza: “buen viento y buena mar”; el futuro somos nosotros, pero justo ahora, es más ustedes que nosotros.

C.C.R.M.

2010.